No hay emociones ni buenas ni malas, aunque te puedan dar sensaciones placenteras o desagradables, por lo tanto, no debes sentirte mal por estar enfadado o triste. Las emociones tienen una función en nosotros, hacernos sentir, y nos permiten comprendernos.
Todas las emociones son igual de importantes y tienen algo que decirnos y por ello tenemos que aprender a escucharlas y a sentirlas en vez de evitarlas.
El miedo: ¡Ojo! Cuidado porque acaba de ocurrir algo que
puede poner el peligro tu vida o tu integridad física.
La alegría: acaba de ocurrir algo que te acerca a tus objetivos, a algo que te agrada y quieres para ti.
El enfado: ha ocurrido algo que te impide llegar a tu objetivo, algo te está alejando de ello.
La tristeza: acabas de sufrir una pérdida que era importante para ti.
El asco: Cuidado porque delante tuyo hay algo que puede poner el peligro tu salud mental o física.
La sorpresa: acaba de ocurrir algo delante de ti y es necesario que abras los ojos para evaluarlo. Luego decidimos si nos quedamos o nos marchamos.

